La recuperación económica en Colombia ha sido lenta y débil, el repunte de los precios del petróleo y el recorte en la tasa de referencia del Banco de la República ayudaron a superar las dificultades de años anteriores, pero no ha sido suficiente para impulsar el empleo y sectores distintos al minero energético.

Pese al pesimismo que puede leerse en el primer párrafo y el debate suscitado porque el empleo no repunta, las cifras de 2019 muestran mejora frente al 2018.  Para confirmar que el crecimiento de la economía va, por lento, pero por buen camino es un alza de 2,5% de las licencias de construcción a junio, una tendencia a la baja del crecimiento de la cartera morosa y una tasa de crecimiento superior al 3% en la cartera de créditos.

No obstante, existen diversas fuentes de turbulencia que podrían afectar la lenta recuperación y llevarnos de nuevo a una desaceleración económica.   Dentro de los posibles escenarios de riesgo se escogieron 4 probables que a la vez están relacionados entre sí: la desaceleración de la economía global, una caída en el precio del petróleo, una tendencia de ascenso de la tasa de interés de referencia del Banco de la República y otra reforma tributaria.

Desaceleración global.

Estados Unidos ha recortado tasas de interés tras señales de desaceleración, las tensiones entre EE.UU. y China amenazan el crecimiento global, Europa mantiene tasas de interés bajas por la lenta recuperación.  Esta coyuntura agrega presión a la baja sobre el precio del petróleo, disminuye la demanda de exportaciones colombianas e impulsaría el dólar al alza lo que de nuevo gestaría un escenario para la desaceleración económica.

Caída del precio del petróleo – disminución de reservas del país

El mundo busca migrar hacia generación de energía limpia y una reducción del uso de plásticos, así que el precio del petróleo no solo tiene la presión del crecimiento de la economía global sino también de una demanda que no crece al ritmo de décadas anteriores.  Este cambio toma tiempo, pero desde hoy limita el ascenso del precio del barril a máximos de años previos.

Si bien no se ven fuertes presiones a la baja en el precio del crudo, ya que bajos precios limitan la exploración y el reemplazo de reservas, se ve difícil que el precio del crudo impulse la economía colombiana en el corto plazo.  Por el contrario, nuestras reservas rondan por el orden de 5 a 7 años y si no se realizan nuevos hallazgos o compra de pozos por parte de la estatal Ecopetrol podrimos ser un país importador en el mediano plazo.

De darse una caída del precio del barril y reducción de nuestras reservas de petróleo, la economía colombiana vería una reducción de exportaciones, aumento del déficit de cuenta corriente, depreciación del peso y una nueva etapa de desaceleración económica.  Cómo recomendación se debe hacer seguimiento al precio del petróleo, la evolución de las reservas del país y nuevas fuentes de exportación para así estar preparados ante una de las coyunturas más difícil que podría enfrentar nuestro país.

Ascenso de la tasa de interés de referencia del Banco de la República.

Para el mes de julio la inflación se acercó al 4%, no obstante, el Banco de la República espera que este movimiento sea temporal.  Pero si el dólar continúa con el repunte, es probable que deba hacerse algún ajuste en la política monetaria.  Este ajuste sería perjudicial para la economía porque obedecería a un escenario de devaluación como respuesta a una desaceleración global, a menores precios del petróleo o un evento de riesgo local o internacional. En este caso la desaceleración económica esperada podría ser más profunda.   Para anticipar movimientos del BanRep se recomienda estar atentos a la cotización del dólar y la evolución mensual del IPC.

Otra reforma tributaria.

La última ley de financiamiento dejó con menor poder de consumo a los colombianos y le puso un freno a la confianza del consumidor.  Para la época de la ley de financiamiento la confianza del consumidor medida por Fedesarrollo cayó por debajo de -10 puntos y aunque se ha recuperado en meses recientes aún está en terreno negativo con un valor de -6,3% frente a cifras de 20 puntos antes de la crisis del petróleo.

La confianza del consumidor deja claro que el consumidor no está preparado para seguir financiando el gasto del gobierno, otro ajuste fiscal impactaría en mayor medida a la clase media y por lo tanto buena parte del consumo del país; un menor ritmo de consumo llevaría a una clara desaceleración de la economía.  

Por lo anterior se hace necesario vigilar las cuentas del gobierno y la evaluación del déficit de cuenta corriente para anticipar los movimientos fiscales que podría tener la actual administración.  Para resumir la cadena de eventos, todo desemboca de nuevo en el petróleo, una caída de su precio o de la producción de país disminuiría los ingresos fiscales, la dinámica económica y pondría bajo presión a la administración en temas tributarios y daría pie a una posible recesión económica.