Muchas veces he escuchado la frase “a esa empresa no la van a dejar quebrar” y aunque efectivamente puede ser que la salven, esto no necesariamente traerá consigo una valorización de las acciones de la compañía.  La explicación a este fenómeno se encuentra en la dilución del capital del accionista.

Iniciemos con la definición de dilución.  Esta corresponde a la disminución de la partición accionaria como resultado de la emisión de acciones.  En palabras más sencillas, es cuando el porcentaje del que es dueño un accionista cae del 20% al 10% luego de, por ejemplo, la inyección de capital de un nuevo socio.

¿Por qué sucede lo anterior?  Si una empresa tiene un capital de $1.000.000 dividido en 100.000 acciones y un accionista posee 20.000 de estas, su participación es del 20%.  Ahora, si se inyecta otro millón de capital representado en 100.000 nuevas acciones, el accionista ya no será dueño del 20% sino del 10%; posee 20.000 acciones de un total de 200.000 acciones.

En este punto es importante aclarar que una disminución del porcentaje de participación en una sociedad no necesariamente implica una pérdida de valor para el accionista.  Si la nueva inyección de capital logra incrementar las utilidades en una proporción igual o mayor a la que se tenía, el accionista mantendrá o mejorará su rentabilidad. 

El problema se da cuando esta capitalización disminuye la participación del accionista sobre los activos y la rentabilidad de la compañía.  Es el caso de las capitalizaciones para salvar empresas que están reportando importantes pérdidas y han visto su patrimonio contable desaparecer, es muy probable que estas nuevas acciones salven el negocio, pero el accionista anterior carezca de valor económico y su valor pueda llegar a 0.  Esta situación la vivieron bancos en EE.UU. durante la crisis de 2008, bancos en Europa en 2012 y petroleras durante 2016.

También se puede dar una pérdida de valor cuando la empresa no pueda cumplir con sus obligaciones financieras, los pasivos están respaldados por los activos y las acreencias se capitalicen.  Bajo este escenario los accionistas ya no son dueños de los activos, serán los acreedores que ahora hacen parte del patrimonio.  En este caso el activo de la empresa tiene el mismo valor, pero los accionistas verán su participación ser diluida por el intercambio de deuda por acciones.

Así que antes de invertir en una compañía es importante considerar si existe la posibilidad de dilución o no.  Algunas preguntas que ayudan a determinar esta situación son:

¿Tiene la empresa bonos o pasivos que puedan ser convertidos en acciones?

¿Están los activos de la compañía como garantía de los pasivos?

¿Pueden las acciones preferenciales convertirse en ordinarias?

¿Es esta capitalización o nueva emisión para crecimiento del negocio o para solventar pérdidas?

Recuerda que las nuevas emisiones pueden provenir de instrumentos financieros como la conversión de acciones preferenciales en ordinarias, bonos convertibles en acciones o de capitalizaciones (emisión de acciones).  Adicional, revisa muy bien el precio al cual van a ser convertidos ya que puede darse el efecto contrario conocido como anti-dilución.